09 agosto 2012

Visita al Santuario de Nuestra Señora de Lourdes

Leti y Flusti a las puertas del
Santuario de Nuestra Señora de Lourdes
Hoy hace exactamente un año que visité el Santuario de la Virgen de Lourdes con mi perrita Flusti y con mi marido. Como el pobre está en paro hace tanto tiempo, pensé que sería una buena idea aprovechar las vacaciones y realizar el viaje hasta allí para pedir el milagro: que encontrase trabajo.

Como soy un poco supersticiosa, todo el viaje lo mantuve en alto secreto. En el trabajo y a nuestros amigos les explicamos que pasaríamos unos días en la Cerdaña, que siempre queda bastante chic. Todos mis deseos los he dejado también en secreto hasta hoy, ya que supongo que lo de pedir un milagro a Nuestra Señora de Lourdes es algo parecido a formular un deseo cuando ves una estrella fugaz: si se lo cuentas a alguien, no se cumple. O sea, que le he dado a la Virgen un año para que me los satisfaga, que creo que por mi parte es un intervalo de tiempo bastante generoso. Ahora, viendo que no se han cumplido ninguna de mis súplicas, me veo obligada a romper el silencio y a mostrar mi gran desengaño con ella, con el Señor y con todo el tinglado que me encontré ahí.

Tienda de Merchandising de la Virgen de Lourdes
Era un día caluroso de agosto y la primera impresión de la ciudad fue un poco decepcionante, pues alrededor de Bernardette y el santuario de "Nuestra" Señora de Lourdes se generaba un enorme negocio. O sea, la espiritualidad pasaba por el bolsillo. Por momentos me sentí como en Las Ramblas de Barcelona, pues las tiendas de Souvenirs Made in China se aglutinaban una al lado de otra y estaban repletas de merchandising de la Virgen: velas, camisetas, bolsos, rosarios, abanicos, estatuillas, relojes, crucifijos, platos, medallas, libros, bisutería, llaveros, marcos portafotos, bolígrafos, collares, calendarios, postales y un interminable etcétera de productos. Como no podía ser de otra manera, ¡hasta tenían cañamazos impresos para bordar a punto de cruz y a medio punto! Mi marido ya me advertía - "tú esto, ¡ni mirarlo!"
Tela para bordar a punto de cruz con imagen del Vaticano y el Papa Juan Pablo II
Por momentos recordaba aquel dicho que dice que la fe mueve montañas y pensé que quizás habría que reformularlo, pues, más que montañas, esa fe estaba moviendo mucho dinero. Huelga decir que en todas las tiendas aceptan tarjetas de crédito y que quien más, quien menos, aprovecha la visita para comprar como mínimo una de esas botellitas para guardar el agua bendita. Sin duda, esos contenedores son los "top sellers", pues los hay de todas las medidas y para todos los gustos. Desde una mini-botellita modelada como una virgen por 50 céntimos hasta garrafones más bastos, pero estampados con la imagen de la Virgen y el Santuario, de 5 litros. Como con mi marido somos 100% anticonsumistas, nos dijimos que "ni hablar de gastarse ni un céntimo". En el coche, que lo tuvimos que aparcar bastante lejos para evitar las zonas de pago, por suerte teníamos una garrafa con agua para la perrita. Nos discutimos un poco a ver quien iba a buscarla y como no nos pusimos de acuerdo, finalmente optamos por rebuscar en una papelera, donde encontramos una lata de Coca-Cola vacía. Total, para guardar el agua milagrosa también serviría.
 Garrafas y botellitas para almacenar el agua bendita de Lourdes
Llegó el momento de entrar en el Santuario. Mi perrita Flusti, supongo que debido al calor y a los nervios del viaje, andaba un poco descompuesta. Pensé que tampoco le iría mal beber un poco del agua bendita y pasearla por el Santuario, pero justo al entrar, me encontré con un cartel que prohibía la entrada a los perros. Me pareció muy injusto. ¿En cambio los gatos sí podían entrar? Y si había algún perro enfermo o paralítico - que también los hay - ¿no tenía derecho a ser curado?
Cartel con prohibiciones a la entrada del Santuario de Nuestra Señora de Lourdes
No nos quedó más remedio que hacer turnos. Le dije a mi marido que aprovechase que estabamos ahí y entrase él primero con la lata a coger agua bendita y a formular algún deseo - ¡pero que lo guardase en secreto, claro! Al cabo de media hora salió compungido y sin mediar palabra. Le dejé con mi Flusti y entré yo. ¡No os podéis imaginar qué cola había para lo del agua bendita! Delante mío había una familia con un niño de unos 4-5 años en silla de ruedas, cargados con garrafas de todo tipo y de unos tamaños que parecían aptas para avituallarse en una travesía por el desierto del Sahara o de Atacama. Yo creo que alguna debía de ser de 25 litros o más. Al menos estuvieron 15 minutos de reloj llenándolas, porque la verdad es que el chorro del manantial no es que fuese muy caudaloso. Sólo deciros que después no tuvieron más remedio que coger al niño en brazos y a cambio poner todas las garrafas llenas de agua milagrosa sobre la silla, ya que sino era imposible llevárselas a pulso.

Cuando llegó mi turno, arrodillada en un personalísimo téte-a-téte con la Virgen, me puse muy nerviosa. Me sentí como cuando de pequeña me obligaban a confesarme, pero no sabías que decirle al cura. La verdad es que la solemnidad del lugar y de la situación impresionaba. Sólo de rememorarlo, se me pone la piel de gallina. Empecé con el Ave María, pero después de la segunda línea me quedé totalmente en blanco, como en los éxamenes, que a veces te la sabes, pero no sabes por qué, no te sale. Así que opté por el "Jesusito de mi vida", que supuse que también valdría. Acabada la pregaria, le pedí a la Virgen que por favor mi marido encontrase trabajo y moví los brazos haciendo ver que me santiguaba. Justo me iba a levantar cuando caí en que no había pedido nada para mí. No sé si fue una súbita iluminación o qué, pero en milésimas de segundo se me pasaron por la cabeza miles de súplicas. Finalmente opté por pedirle a la Virgen un bolso de Prada, y si podía ser rojo y con asas de leopardo, mejor, aunque en beige tampoco me hubiese importado. Los que hacían cola detrás mío ya empezaban a murmurar y a toser forzadamente, así que no pude quedarme más tiempo, y abandoné el lugar en silencio.

A la salida me encontré a mi marido dándole de beber a mi Flusti de la lata de Coca-Cola. Con el calor que hacía y harta de esperar, era lógico que la perrita tuviese sed. Así que nos quedamos sin agua bendita. Y, dicho sea de paso, mi Flusti siguió con diarrea los siguientes días. Quizás por eso no permitían la entrada a los perros, pues el agua prodigiosa igual no estaba indicada para los canes. El cielo se nubló y, amenazante, nos hizo dejar el lugar con un sentimiento entre la esperanza y el escepticismo. Quien sabría - entonces -, si se produciría el milagro.

Cielo Santuario Virgen Lourdes Crucifijo
Cielo en el Santuario de Nuestra Señora de Lourdes:
entre la esperanza y la amenaza.




Un año después puedo afirmar que no, que no se ha cumplido ninguno de mis deseos. Ni los míos, ni los de mi marido, que ayer me confesó que pidió un reloj calculadora Casio y que a G.W. Bush le partiese un rayo. Por mi parte, como comentaba al principio, me siento desengañada y decepcionada y tengo muy serias dudas sobre esto de las peregrinaciones y los milagros. Precisamente este verano nos habíamos propuesto hacer el camino de Santiago, pero visto el éxito de la experiencia de Lourdes, hemos decidido quedarnos en casa. Es donde mejor se está.


PD: Dicen que "la esperanza es lo último que se pierde".
He visto que por internet se puede comprar el agua milagrosa y que te la envían a casa. Dejo aquí el link de la tienda, por si alguna tiene interés: Lourdes Water Shop. Creo que esa tienda es oficial. Lo comento porque a la hora de comprar el agua bendita hay que ir con cuidado, ya que también he leído que hay algunos que se lucran filtrando agua del grifo normal y dándote gato por liebre, como el caso de un tal Dr. Kim, de Corea del Sur. Aquí tenéis la noticia, así que quedais avisadas.

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...